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En “Los crímenes de la calle Morgue” (1841), Edgar Allan Poe (1809 – 1849) nos dejó lo que la crítica del S. XX calificaría como “el primer cuento moderno de detectives”.
Y es que, sin duda, su influencia sobre otros autores del género es innegable, como resulta claramente de la comparación entre el espíritu observador y analítico del Auguste Dupin de “Los crímenes…” con el no menos inquisidor y obsesivo Sherlock Holmes de Conan Doyle…
Allan Poe, al que Mallarmé llamaría “el dios intelectual del S. XIX” nos dejaría también, en sus cuentos cortos (fue el maestro indiscutido de ese género) los primeros ensayos sobre ciencia ficción.
Escritor, poeta, crítico y periodista, es en sus cuentos en los que nos transmite sus obsesiones sobre el horror, el misterio y la muerte.
“Los crímenes de la calle Morgue” es, sin duda, uno de sus mejores relatos, sobre el que Matthew Pearl dijera que la experiencia de leerlo “consiste en que nuestro propio papel de investigadores emerge junto al del narrador y, por supuesto, del hecho de que el propio narrador permanezca sin nombre todo el tiempo, lo que facilita nuestra identificación con él, al lado de Auguste Dupin”.
Es también “Los crímenes…” una obra muy representativa del intenso romanticismo de Poe, cuya vida trágica y atormentada se vería reflejada en sus poemas y cuentos.Para decirlo con las palabras de Julio Cortázar (cuya traducción prestigia la presente edición): “Ni siquiera en sus cuentos analíticos se salva Poe de sus peores obsesiones”.