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Sign up todayEl retrato de Dorian Gray
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No deja de ser curioso que “El retrato de Dorian Gray” (1890), única novela de Oscar Wilde (1854 – 1900) haya contribuido para condenarlo por infringir la “ley de sodomía” inglesa, cuando claramente en ella tanto la conducta homosexual entre el pintor (Basil Hallward) y su modelo (Dorian Gray), así como el culto al hedonismo del cínico Henry Wotton, encuentran en su desenlace un terrible castigo.
Así, una obra claramente moral, fue calificada como “extremadamente inmoral” por el tribunal londinense que condenaría al escritor a dos años de trabajos forzados, de los cuales nunca se repondría y que lo llevarían a morir, pocos años más tarde, en la mayor soledad y pobreza.
La única explicación para tal proceder radicaba, seguramente, en la pacatería de la sociedad burguesa londinense de fines del siglo XIX, que pasaría así la factura al gran creador irlandés por sus habituales ironías, a menudo geniales, sobre su mediocridad e hipocresía moral.
Por otra parte, con su afirmación: “un nuevo hedonismo, eso es lo que necesita nuestro siglo” Wilde se constituía en el representante más importante del esteticismo inglés y testimonio de ello fue “El retrato de Dorian Gray”, cuyas páginas parecían atacar directamente las normas morales y religiosas de la Inglaterra victoriana.
“¡Un libro nunca es moral o inmoral… simplemente está bien o mal escrito!” lanzaba Oscar Wilde al rostro de los jueces que iban a condenarlo y su famosa frase, que firmaba su propia condena, definiría las bases del esteticismo literario: el sentido del Arte era el Arte mismo, y el sentido de la vida era, simplemente, el disfrute de la belleza.